¿Triunfó el bipartidismo?

Artículo publicado en El Nuevo Día.
El bipartidismo surgió fortalecido en estas elecciones reteniendo la rama ejecutiva, rotándose la representación en Washington y el liderato legislativo y dominando la totalidad de las alcaldías.
El PNP paralizó su curva descendente de las últimas tres elecciones al aumentar a un 39% su tajada del electorado. Perdió algunas alcaldías y la comisaría residente por pretender enviar a Washington a un representante que no puede desenvolverse en inglés.
Sin embargo, recuperó el control de la legislatura, lo cual le concede el poder casi absoluto a la nueva gobernadora.
El PPD por vez primera en su historia pierde la segunda posición electoral del país, pero aumenta el control de las alcaldías y recupera la comisaría en Washington, perdida desde el 2005. Más importante aún es que con la elección de Pablo José Hernández Rivera como Comisionado, surge un nuevo líder y esperanza para la colectividad.
Pablo José enfrenta unos enormes retos que superados determinará su efectividad como líder.
Washington se encuentra con un Congreso disfuncional y polarizado. Los republicanos, con su abierta oposición a la estadidad, representan unos lógicos aliados para el joven comisionado. Los demócratas liberales anticolonialistas no son defensores del ELA que el nuevo comisionado promulga.
Otro reto para Pablo José son las artimañas y campos minados que la actual comisionada y gobernadora electa dejará en la metrópolis. La Gobernadora electa utilizará sus contactos de ocho años en Washington, su presupuesto de PRAFFA y al ejército de cabilderos para neutralizar al nuevo comisionado, que presumirá de que será su eminente contrincante en las elecciones del 2028.
En Puerto Rico, el nuevo líder del PPD enfrenta el reto de restructurar desde Washington a un partido fosilizado, carente de ideología y misión, sin líderes en la legislatura y con 45 alcaldes que operan como una franquicia.
La Alianza (PIP-MVC) alcanzó la segunda posición con su candidato a gobernador, Juan Dalmau. Logró ganar el distrito senatorial de San Juan, quedar segundo en los otros siete distritos y ganar en 12 municipios: San Juan, Carolina, Mayagüez, Trujillo Alto, Caguas, Dorado, Cayey, Cidra, Aibonito, Toa Alta, Hormigueros y Cabo Rojo.
Este nuevo sector no puede definirse independentista, sino indignado con la corrupción, la incompetencia, LUMA y el bipartidismo en la rama ejecutiva.
Este sector no se dio por aludido ante los ataques anticomunistas de los PACS y el PNP.
Sin embargo, debido a la antidemocrática ley electoral vigente, este 33% del electorado no ostenta rol alguno en el nuevo Gobierno electo controlado por el bipartidismo.
El MVC, debido a su ineptitud manejando las candidaturas de sus aspirantes por acumulación a la legislatura, perdió su representación. La Alianza redujo su participación actual de cinco legisladores a dos o posiblemente tres.
Si bien la participación de Bad Bunny ayudó a motivar y a que se inscribieran nuevos votantes, su envolvimiento en la estrategia política y sus mensajes poco atinados produjeron un efecto adverso que movilizaron las fuerzas del PNP.
El plebiscito criollo del PNP le salió el tiro por la culata proveyendo un golpe para la estadidad. El 15% de los electores sometieron su papeleta en blanco. Cuando se toman en cuenta estas papeletas en la ecuación, la estadidad se reduce al 48%.
La simulación de votar por el presidente de Estados Unidos, con un abrumador respaldo del 73% a Kamala Harris, resultó en un “poison pill” para el Gobierno PNP en una metrópolis trumpiana. El 11% del electorado rechazó votar en esta parodia.
Jennifer González tiene el desafío de proveer un nuevo gobierno competente, sin corrupción, a una ciudadanía divida, cuyo 60% no respaldó su elección. Confronta a una Casa Blanca y a un Congreso hostiles, y a una Junta Fiscal con pleno control.
Pablo José Hernández Rivera afronta unos enormes retos en la metrópolis y liderando a un partido fosilizado.
Juan Dalmau, el nuevo líder de la segunda fuerza electoral, encara el desafío de evolucionar y convertir una fuerza amorfa en una fuerza política que pueda competir en el 2028 contra un bipartidismo en control del poder político.