El Proyecto 2025 y la negación en Puerto Rico

Artículo publicado en El Nuevo Día.
La elección de Donald Trump representa un evento catastrófico para Puerto Rico y la calidad de vida de la ciudadanía.
Sin embargo, esto no forma parte de la discusión política del país. Nadie estudia los escenarios que pueden producirse ni presenta un plan concreto para contrarrestar los efectos.
Los inminentes recortes presupuestarios no tienen nada novedoso. Son de conocimiento público desde que se presentó el Proyecto 2025 del Heritage Foundation, tanque de ideas conservador ultraderechista.
El Proyecto impone recortes a los presupuestos federales, incluidos despidos de personal y la eliminación de agencias gubernamentales. Dos de las áreas más afectadas serán la salud y la educación.
El Proyecto estipula una reestructura profunda del Gobierno federal. Asesta un duro golpe a las medidas para combatir el calentamiento global, así como a los derechos, servicios y programas cruciales de apoyo a las minorías.
Propone medidas draconianas para el manejo de la inmigración, y la guerra comercial contra otros países.
El candidato Trump inicialmente aclamó y acogió el Proyecto 2025 para implementarlo con su Gobierno. Sin embargo, una vez convertido en un issue negativo de la campaña, Trump se desvinculó del Proyecto y comenzó a mentir negando que estuviera familiarizado con él y catalogándolo como “ridículo y abismal”.
Una vez juramentado nuevamente como presidente el pasado 20 de enero, según el New York Times, durante los primeros 23 días de su administración, aprobó más de 60 medidas, incluyendo órdenes ejecutivas y memorandos alineados con el Proyecto 2025.
El arquitecto del Proyecto 2025, Russell Vought, fue nombrado y confirmado por el Senado como director de la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca. Tanto Vought como Elon Musk y Trump persiguen rehacer el rol y el alcance del Gobierno.
Entre las medidas más dramáticas que tienen trazadas se encuentran: militarizar las fronteras; transferir poderes a los estados para imponer las leyes migratorias; enjuiciar a funcionarios locales que obstruyan el cumplimiento de las leyes migratorias; retener fondos federales a las “ciudades santuarios” e imponer sanciones a países que rechacen aceptar a los deportados.
Por segunda vez, Trump ha reiniciado el proceso para retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático y anunció la salida de la Organización Mundial de la Salud (WHO) de las Naciones Unidas.
Redujo la cuantía de las subvenciones que National Institutes of Health (NIH) otorga a instituciones que realizan investigaciones médicas. Se estima que la UPR perderá el 67% de los fondos para investigación que recibe de la NIH.
Trump propone el cierre del Departamento de Educación y recortes sustanciales en la división de investigaciones.
Según Estudios Técnicos, el sector de la salud representa 20.5% del presupuesto consolidado de Puerto Rico para el año fiscal 2025; el 68.2% proviene de fondos federales.
El sector de la educación es el 17.5% del presupuesto consolidado y el 41.9% proviene de fondos federales.
¿Cuál es el plan para lidiar con esta situación?
Este escenario dantesco, en cuanto a la gobernanza doméstica, está enmarcado en la visión internacional trumpiana de retornar a la época del nefasto presidente William McKinley cuando los países con el mayor poder militar construían imperios, exigían aranceles a países más débiles y expandían sus territorios mediante coerción.
Ese mundo era uno donde no existía las Naciones Unidas ni ayudas humanitarias a países subdesarrollados ni había conciencia del calentamiento global.
En Puerto Rico hay políticos que piensan que nada va a suceder, otros que la estadidad se acerca y, otros que debemos remontarnos a 1952.
Otros ilusos piensan que el temperamental Trump dispondrá de Puerto Rico. Se olvidan de que, para el desarrollador que alucina con construir una Riviera en Gaza, la Isla es un valioso activo de bienes raíces.
Fue adquirida por McKinley en 1898 y Estados Unidos sigue teniendo poderes plenarios sobre ella. Trump no tiene motivos para disponer de Puerto Rico, menos aún cuando allegados billonarios poseen fuertes inversiones en el país.
Es momento de leer el Proyecto 2025 y prepararse para el peor escenario dentro del estado actual colonial.