El nuevo imperialismo estadounidense

Artículo publicado en El Nuevo Día. A partir de 1898 y como resultado de la Guerra Hispanoamericana, Estados Unidos se unió al grupo de países imperialista, adjudicándose como colonias Puerto Rico, Guam y Filipinas. En el grupo, fue la única antigua colonia que se tornó colonizadora.
Los gobiernos de los presidentes republicanos, William McKinley y Theodore Roosevelt, se apropiaban de una política expansionista e imperialista.
Durante el siglo XX, Estados Unidos invadió y ocupó militarmente Costa Rica, Cuba, Guatemala, Honduras, México y Panamá. Ocupó por periodos extensos Nicaragua, 1912-25, República Dominicana, 1916-24, y Haití, 1915-34.
En 1917 adquirió del reino de Dinamarca su último nuevo territorio: las Islas Vírgenes.
Al concluir la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ocupó militarmente a sus contrincantes rendidos incondicionalmente: Alemania y Japón.
Durante la ocupación, en una gesta loable e histórica, los convirtió en países democráticos y gestó su reconstrucción socioeconómica hasta convertirlos en formidables competidores y aliados incondicionales.
Su salida oficial de Alemania y Japón (aunque mantiene importantes bases militares en ambos países) fue una muestra dramática del cambio de la política de McKinley/Roosevelt del expansionismo territorial.
Durante la postguerra, Estados Unidos invadió temporalmente, con misiones específicas, la República Dominicana (1965), Granada (1983) y Panamá (1989).
En el siglo XXI, como consecuencia de los atentados contra las Torres Gemelas del 2001, ocupó militarmente Afganistán (2001-2021) e Irak (2003-2011).
Estados Unidos había rechazado la política expansionista/imperialista de McKinley/Roosevelt hasta el surgimiento del histriónico Donald Trump, quien antes de juramentar como presidente anuncia sus intenciones expansionistas con Panamá, Groenlandia y Canadá.
En su discurso de inauguración, Trump elogió al presidente McKinley y anunció la recuperación del Canal de Panamá. Trump alega incorrectamente que 38,000 personas perdieron la vida construyendo el canal. La realidad es que fueron 5,600, de las cuales 350 eran estadounidenses.
Trump también alega falsamente que los chinos operan el canal.
Trump olvida que el canal fue construido por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos siguiendo la teoría del historiador naval el Capitán Alfred Thayer Mahan, endosada por McKinley/Roosevelt, de crear la Marina de Guerra más poderosa del mundo y construir un canal que redujera el tiempo de navegación entre las costas este y oeste de Estados Unidos.
La construcción del canal cumplió un objetivo militar y Estados Unidos lo controló por casi un siglo. Ante las protestas violentas del pueblo panameño, el presidente Jimmy Carter firmó un tratado con Panamá, que entró en vigor en 1979, para devolverle el control del canal.
En la campaña presidencial, Ronald Reagan prometió retomar el canal. Sin embargo, al convertirse en presidente en 1980, reevaluó su posición y endosó el tratado negociado por Carter y aprobado por el Senado.
Ya para el 2006 el canal estaba obsoleto para las nuevas embarcaciones. Panamá realizó su expansión en 2016, duplicando su capacidad a un costo de $5,250 millones.
Es absurdo el planteamiento de Trump de que este es su canal y lo quiere de vuelta.
El bravucón de Trump también pretende unilateral y caprichosamente cambiar los mapas oficiales renombrando el Golfo de México como el Golfo de América.
Sus anuncios expansionistas podrían ser parte de una estrategia de negociación, como las que describe en su libro “The Art of the Deal”, para lograr reducir las tarifas navales que pagan sus barcos cuando utilizan el canal de Panamá, expandir sus bases en Groenlandia o buscar nuevas rutas marinas creadas por los témpanos de hielo derretidos o buscar nuevos acuerdos comerciales con Canadá.
Sin embargo, ¿qué mensaje envía Estados Unidos a Rusia con sus intenciones de anexar Ucrania, a China, con sus intenciones sobre Taiwán y a varios otros países que tienen polémicas sobre la soberanía de territorios aledaños?
Si bien Trump alucina con convertir a Estados Unidos en una superpotencia unipolar, la realidad es que el mundo es multipolar con países con armas nucleares capaces de aniquilar a la humanidad.