Nov. 1, 2024

El bipartidismo en Washington

El bipartidismo en Washington

 

Artículo publicado en El Nuevo Día.

Los políticos de los dos principales partidos políticos de Puerto Rico no son respetados en la capital de la metrópolis.

Luis Muñoz Marín fue el último gobernador con acceso privado y directo a los presidentes, particularmente a Eisenhower y a Kennedy.  Aunque no logró el respaldo a su “pacto entre iguales”, generó respeto en la metrópolis.  

Su gobierno mantenía una sana administración pública. Muñoz Marín tenía el objetivo de minimizar las transferencias federales y la deuda pública. También creía en aportar a programas federales como el Punto Cuarto, del presidente Truman, para el que  adiestraron en la Isla a personas de varios lugares del mundo.

Esto no sucedió con su sucesor, Roberto Sánchez Vilella, a quien se le hizo imposible conseguir una cita con el presidente Lyndon B. Johnson para presentar los resultados del primer plebiscito celebrado en Puerto Rico en 1967. No la obtuvo, a pesar del aval que Estados Unidos dio al plebiscito y pese a la intervención de Abe Fortas, asesor de Puerto Rico y amigo del presidente.

Para el resto de los gobernadores electos, los encuentros con los presidentes han sido casuales, incidentales, inconsecuentes y “photo opportunities” gestionadas por cabilderos y/o a cambio de contribuciones económicas a las campañas.

Desde 1969 el aumento de las transferencias federales, la dependencia, ha sido una de las prioridades de los gobernadores de turno.

En la metrópolis asocian al gobernador de turno con una latita en la mano pidiendo limosna. Están ausente conversaciones sobre nuevos proyectos y el fortalecimiento de una relación digna.

En la visita relámpago a Puerto Rico en 2022 del presidente Joe Biden, resaltó su relación con su amiga de muchos años en el Congreso, Nydia Velázquez.

La vicepresidenta Kamala Harris visitó este año la isla para acudir a una actividad de un inversionista “22” para recaudar fondos para los demócratas. Esta semana envió un mensaje a Puerto Rico en búsqueda del voto de los puertorriqueños en el crítico estado de Pennsylvania.

El expresidente Donald Trump comentó: “Puerto Rico is one of the most corrupt places on earth. Their political system is broken, and their politicians are either incompetent or corrupt. Congress approved billions of dollars last time, more than anyplace else has ever gotten, and it is sent to Crooked Pols. No Good!”.

En una reunión en Casa Blanca, Trump sugirió intercambiar a Puerto Rico por Groenlandia, perteneciente a Dinamarca. Sus asesores le aclararon que como presidente no tenía poder para ejecutar el intercambio, pues es el Congreso el que tiene poderes plenarios sobre los territorios.

Cualquier persona que ha negociado con los americanos sabe que ellos no respetan a las personas que no se respetan a sí mismas y se arrastran con una latita.

El aumento de los fondos federales descansa en la contratación de cabilderos y la contribución a las campañas políticas de los congresistas y los senadores.

Puerto Rico necesita establecer una relación digna y de respeto con la metrópolis.

El status no es la prioridad en estos momentos, sino la relación con el gobierno permanente en Washington.  Se debe discutir los problemas de Puerto Rico como el de LUMA; la Junta Fiscal dictatorial y sin transparencia; los impedimentos federales que limitan el financiamiento a comercios en la banca privada, el desarrollo de la agricultura y la industria de la pesca; y la inversión en la UPR.

La politización en el gobierno local solo puede resolverse con la eliminación del bipartidismo que amarra a los empleados públicos a uno de los dos bandos. Urge una nueva opción que descontinúe estos amarres partidistas y permita el establecimiento de un sistema de mérito no politizado.

Irónicamente, es el propio Donald Trump quien está pidiendo una nueva alternativa política para Puerto Rico, que no sea la integrada, como definió, por los “incompetentes o corruptos” del PNP y el PPD.